Puerto de Los Ángeles, pese a expectativas, registró caída en el tránsito marítimo en la última semana de mayo

El director ejecutivo del Puerto de Los Ángeles, Gene Seroka, advirtió sobre una disminución significativa en el movimiento de buques y contenedores en el principal puerto de carga de Estados Unidos, en medio de un escenario de alta incertidumbre derivado de las recientes políticas arancelarias. En declaraciones ofrecidas en el podcast Odd Lots de Bloomberg, Seroka detalló los efectos directos que estas medidas están generando en el comercio exterior, especialmente entre Estados Unidos y Asia.

Durante la última semana de mayo, el puerto ha recibido un promedio de cinco portacontenedores diarios, una cifra considerablemente inferior a los niveles habituales de entre 10 y 12 naves para esta época del año. Esta baja en la actividad portuaria se ha traducido en una reducción del 50% en las solicitudes de empleo para trabajadores portuarios afiliados al sindicato ILWU (International Longshore and Warehouse Union), explicó Seroka.

Cambios en la dinámica de importaciones

Seroka señaló que, aunque se esperaba un aumento temporal de las importaciones debido a la posibilidad de adelantar pedidos para evitar el impacto de nuevos aranceles, ese fenómeno no se ha materializado. En su lugar, muchas empresas han optado por suspender pedidos ante los elevados niveles arancelarios. Algunos productos han alcanzado tarifas efectivas de hasta 145%, lo que generó una reacción de contención en múltiples sectores.

A pesar de una reducción posterior al 30% en algunos casos, Seroka indicó que la mayoría de los importadores —particularmente pequeñas y medianas empresas— consideran que ese porcentaje sigue siendo elevado y poco manejable. En este contexto, muchas compañías optaron por completar pedidos ya en marcha, pero no han emitido nuevas órdenes de producción, lo que afecta la continuidad del flujo comercial.

“Noventa días no son suficientes en nuestra industria para realizar un nuevo pedido, fabricar, y embarcar desde Asia hacia EE. UU.”, explicó Seroka, refiriéndose a la reciente extensión temporal de algunos aranceles. Este período corto representa una limitación particularmente crítica para las pequeñas empresas, que no cuentan con la infraestructura ni la liquidez para adelantar compras o almacenar inventario, a diferencia de los grandes importadores.

Impacto sobre fabricantes y cadena productiva

El directivo también comentó que algunos proveedores, especialmente aquellos vinculados a la industria automotriz, enfrentan tarifas efectivas de hasta 57,5% sobre piezas importadas. Esta situación representa un riesgo operativo considerable: si se interrumpe el suministro de componentes clave, podrían producirse paros en las líneas de ensamblaje, con costos que, según Seroka, oscilan entre US$2 y US$4 millones por hora de producción detenida.

Incertidumbre en la planificación operativa

La combinación de factores arancelarios, inestabilidad política y cambios en la demanda global ha dificultado las tareas de planificación y presupuestación en el puerto. Seroka explicó que el Puerto de Los Ángeles se encuentra actualmente en su proceso de planificación anual y adaptó sus previsiones ante la cancelación de rutas y la caída en el volumen de carga.

En mayo, se cancelaron 17 recaladas, lo que representó una pérdida de aproximadamente 225.000 TEUs. Esta situación provocó que, por primera vez, el mes de mayo registrara un volumen menor al de abril, con una caída del 16%. Para junio, se proyecta la cancelación de al menos 10 rutas adicionales.

A pesar de este entorno, el puerto mantiene en marcha sus programas de inversión en infraestructura, digitalización, ciberseguridad y sostenibilidad, amparado en una política financiera sólida desarrollada en la última década, indicó Seroka.

Adaptaciones tras la congestión de 2021

En el mismo podcast, Seroka fue consultado sobre si el puerto ha mejorado su capacidad de respuesta frente a posibles peaks de actividad, como los ocurridos en 2021. En aquel año, más de 100 buques quedaron a la espera para atracar debido a cuellos de botella logísticos.

Según explicó, desde entonces se han adoptado medidas para mejorar la “velocidad” operativa. En 2021, un contenedor transportado por camión pasaba en promedio 11 días en el puerto. Actualmente, ese tiempo se ha reducido a tres días. En el caso del transporte ferroviario, el promedio pasó de 13,5 días a menos de 4,5 días. Estas mejoras se lograron mediante una coordinación más estrecha con operadores ferroviarios, empresas de transporte terrestre y usuarios de la cadena logística.

Gracias a estas mejoras operativas, entre julio del año pasado y abril de este año el puerto manejó niveles similares a temporada alta durante 10 meses consecutivos sin generar acumulaciones de buques.

Efecto proyectado en el consumidor final

Seroka anticipó que los efectos de esta reducción en las importaciones podrían comenzar a notarse en el comercio minorista hacia el final del verano septentrional. Según explicó, la menor cantidad de órdenes enviadas a fábricas en Asia podría traducirse en una reducción de la variedad de productos en los anaqueles y plataformas de venta en línea, así como en posibles aumentos de precios.

“Las reposiciones ya no serán iguales. Si un artículo en particular no se está vendiendo bien, no será reabastecido. Y si uno tiene alta demanda, probablemente habrá que esperar más para recibirlo”, señaló.

En el cierre de la entrevista, Seroka destacó que desde enero se han emitido más de 60 anuncios relacionados con aranceles y política comercial, lo que ha creado un entorno de alta incertidumbre para importadores, fabricantes y operadores logísticos. En su opinión, esta inestabilidad llevó a muchas empresas a postergar decisiones de inversión, compras y contratación de personal, a la espera de mayor claridad sobre el rumbo de la política comercial estadounidense.

Por MundoMaritimo